jueves, 1 de septiembre de 2011

EL DESAPEGO


Un antiguo relato sufi dice que vivía en algún país del Medio Oriente un rey cuya existencia
oscilaba permanentemente entre la felicidad y el abatimiento. Se enojaba o reaccionaba
intensamente frente a la más mínima cosa, y su felicidad se convertía rápidamente en
desilusión y desesperación. Llegó el día en que el rey se cansó finalmente de sí mismo y de la
vida y comenzó a buscar una salida. Hizo llamar a un sabio que habitaba en su reino y que
tenía fama de iluminado. 
  
      
Cuando se presentó el sabio, el rey le dijo, "deseo ser como tú. ¿Podrías darme algo que traiga
equilibrio, serenidad y sabiduría a mi vida? Te pagaré lo que pidas". A lo que el sabio
respondió: "es probable que pueda ayudarte, pero el precio es tan alto que no sería suficiente
todo tu reino para pagar por él. Por tanto, te haré un regalo, siempre y cuando te hagas digno
de él". El rey prometió que así sería, y el sabio se fue. A las pocas semanas regresó y le
entregó al rey un cofre de jade tallado. Al abrirlo, el rey encontró solamente un anillo de oro en
el cual había grabadas unas letras. La inscripción decía: También esto pasará. "¿Qué significa
esto?" preguntó el rey. Y el sabio le dijo, "Lleva siempre este anillo y antes de que califiques de
bueno o malo cualquier acontecimiento, toca el anillo y lee la inscripción. De esa forma estarás
siempre en paz". También esto pasará. ¿Qué hay en estas palabras tan sencillas que las hace
tan poderosas? A primera vista parecería que sirvieran para darnos consuelo en situaciones
difíciles y que también podrían privarnos de los goces de la vida. "No seas demasiado feliz,
porque esa felicidad no durara". Eso parecerían decir en una situación percibida como buena.
No resistirnos, no juzgar y no apegarnos son los tres secretos de la verdadera libertad y de una
vida iluminada. La inscripción del anillo no nos dice que no disfrutemos las cosas buenas de la
vida, y tampoco es un consuelo para los momentos de sufrimiento. Tiene un propósito más
profundo: ayudarnos a tomar conciencia de lo efímero de todas las situaciones, lo cual se debe
a la transitoriedad de todas las formas, buenas o malas. Cuando tomamos conciencia de esa
transitoriedad de todas las formas, nuestro apego disminuye y dejamos de identificarnos hasta
cierto punto con ellas. El desapego no implica que no podamos disfrutar de las cosas buenas
que el mundo nos ofrece. En realidad nos ayuda a disfrutarlas todavía más. Una vez que
reconocemos y aceptamos que todas las cosas son transitorias y que el cambio es inexorable,
podemos disfrutar los placeres del mundo sin temor a la pérdida y sin angustia frente al futuro.
Cuando nos desapegamos, podemos ver las cosas desde un punto de vista más elevado en
lugar de quedar atrapados por los acontecimientos de la vida. Extraído del libro "Un Nuevo Mundo Ahora" de Eckhart Tolle

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